Por mucho tiempo, se creyó que los felinos tenían una visión monocroma, es decir, que no distinguían la multiplicidad de colores.
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Sin embargo, estudios recientes comprobaron que eso no era así y que, por el contrario, los gatos son capaces de ver distintos colores, pero de forma limitada.
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Por ejemplo, de noche los felinos ven solo en blanco y negro mientras que, de día cuando hay más luz, logran distinguir entre el rojo y el azul, aunque parecen no diferenciar entre el verde, el amarillo y el blanco.
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Al parecer, el rojo lo percibirían como un gris oscuro.
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